jueves, 27 de septiembre de 2012

JOSE LUIS CUEVAS ENTREVISTA POR: JUAN CERVERA SANCHIS.

ILUSTRACION ELABORADA POR: Fernando Emilio Saavedra Palma.
JOSE LUIS CUEVAS
ENTREVISTA POR:
JUAN CERVERA SANCHIS.
 
Cuevas efímero. Cuevas ceniza…
 
Cuevas es un hombre con muchos enemigos. Loado sea Dios. Cuevas es un hombre muy discutido. Cuevas es un hombre muy hombre y un pintor muy pintor. Cuando nos dirigíamos a su casa, bueno a la de sus padres, pues Cuevas construye una casa que, al parecer, va a durar más que una catedral medieval, lo cual lo obsesiona y desespera, pensábamos encontrarnos poco menos que con un payaso. Quizás habíamos oído por ahí despotricar a sus enemigos. Sin embargo, justo es confesarlo: nos habíamos equivocado. Por eso, después de hablar un rato con él, ya éramos amigos, y nos brotó el tú sinceramente.
–¿Es verdad lo que dicen por ahí, que eres un maniático de la publicidad?
–Yo creo en la publicidad porque la considero un medio efectivo de comunicación. Muchos me critican, piensan que uno no debe de salir de su hoyo, que con la publicidad se diluye o dispersa en perjuicio de la profundidad de su obra. Bien, yo creo que hay artistas introvertidos que necesitan del ostracismo, y otros, más extrovertidos, que requieren de la alharaca. Allí tienes el caso de Morandi, que se pasó toda la vida en su casa de Bolonia, con sus hermanas solteronas, mientras pintaba botellas, odió la publicidad, rehusó entrevistas; pero con esta actitud, obtuvo mucha prensa. Quizás el ostracismo desmedido sea también una forma de publicidad. Después de todo, yo creo que lo único que cambia es el procedimiento, el sistema. A mí me gusta hablar, dar   entrevistas y conferencias, pero eso sí, cuando trabajo no admito presencias dentro de mi estudio. No entiendo cómo Diego Rivera podía pintar mientras conversaba, o cómo Mathieu, el francés, puede pintar sus cuadros en las galerías y durante la apertura de sus exposiciones. Pero a lo que íbamos, te repito que creo en la publicidad y que no me parece, por otro lado, que ningún valor falso pueda ser sólo sostenido por ella.
–Bien ¿qué te parece a ti la pintura de José Luis Cuevas?
–Como puedes ver, sobre las paredes de mi casa, mejor dicho, de mis padres, porque la mía está en construcción- y no hay indicio de que la terminen- no hay ni una sola de mis obras. Yo te confieso que me resultaría imposible convivir con mi propia obra, y tan es así que, cuando entro en alguna galería que expone mis trabajos, me quito los anteojos- soy miope y no alcanzo a ver a cinco metros de distancia- para no ver mis obras. Sin embargo, cuando he visto mis trabajos, en algunas de las raras exposiciones retrospectivas que se le han dedicado, puedo juzgarlos- a distancia ya- como quien juzga actos de la infancia para los que ya se han perdido todo sentido de la responsabilidad. Mi obra la realizo en etapas, que podría calificar de compulsivas; después me alejo del trabajo por días y hasta por semanas, para rehabilitar así mis fuerzas. Considero mi obra sin influencias conscientes de otros pintores, Hay quienes trabajan evocando los cuadros de aquellos que admiran; yo evoco, más que nada, aquellas cosas vividas que me han afectado; no soy pintor de actualidades, soy pintor, más bien, de recuerdos. Mi obra, vuelvo a repetirlo, es el resultado de experiencias vividas; mi trabajo es fluido, espontáneo, pero doloroso. Me imagino que es algo parecido a lo que acontece al sicoanalizado en el sofá del siquiatra. Cuando empecé a estudiar pintura, a los catorce años de edad, tenía una gran facilidad para el dibujo y, a veces, pienso que la habilidad pudo perderme. Pero cuando a los dieciocho me lancé a las calles con una actitud un tanto literaria, en busca de temas que me los habían sugerido las lecturas de Dostoievsky, por ejemplo, la realidad me hirió tanto, que perdí la habilidad. El tema se imponía: las prostitutas de la calle del Órgano; los enfermos del Hospital Morelos; las adivinadoras de la calle de Tacuba; los niños macrocefálicos del puente de Nonoalco; los locos del antiguo Manicomio General, se presentaban con todo su drama circunstancial, y yo me olvidaba de que sabía dibujar y reinventaba formas plásticas alejadas de la Academia. Mi problema era lograr una síntesis del dolor. Cuando después he vuelto a ver las obras de esa etapa, las encuentro llenas de sinceridad. Y en defensa de mi obra podría decir que es una exposición legítima, genuina, que va más allá de los intereses puramente plásticos. Por eso estoy de acuerdo con Alejo Carpentier, que, cuando se refería a mi obra, le molestaba usar el término plástica.
–¿Y qué tienes que decirme ahora de José Luis Cuevas hombre?
–Mira, aunque pueda parecer mentira y algunos piensen que esto que voy a decir es un truco publicitario, yo quiero en esta entrevista que tú me haces, en esta conversación de amigos- pues se puede ser amigo de alguien en cinco minutos y abrirle de repente el corazón de par en par- despojarme por completo de cualquier vestimenta que resulte provechosa para la publicidad; quiero dejar a un lado el mito Cuevas que yo mismo (lo confieso) he ayudado a crear. Aquí contigo, quiero ser tan sincero como cuando en la soledad, frente a un espejo, pinto mis autorretratos. De José Luis Cuevas hombre voy a decirte que es una persona insegura, de tal modo que, a veces, al inaugurarse algunas de sus exposiciones- hablo de mí desde fuera, hasta donde me es posible- se encierra en un cuarto, con fiebre, que podríamos calificar de “sicosomática”. Recuerdo una vez en que José Luis Cuevas, hace de esto algunos años, en un hotel de Nueva York, en el que se había encerrado durante la inauguración de una muestra de sus cuadros, de pronto, estando febril en la cama, comenzó a observar, aterrado, grandes ronchas que le brotaban de los brazos y las piernas. En esta situación, llegó a verlo uno de sus amigos –este amigo al que me refiero, gran amigo, era Mathías Goeritz, que acababa de dejar la galería donde se presentaban mis obras –y le anunció, con alegría, que la exposición era un gran éxito. José Luis Cuevas, al oír esto, sintió, como por encanto, que la fiebre le había desaparecido, en tanto que comenzaron también a desaparecer las ronchas de su piel y en unos minutos estuvo completamente sano de cuerpo y alma…Pero hablemos ahora, Juan, de otros aspectos de José Luis Cuevas. Por lo pronto, te diré que es un gran amigo de sus amigos, y nadie podrá decir que lo ha traicionado, aunque, como exige la misma lealtad, es implacable con aquellos que lo traicionan. A José Luis Cuevas le aterran los viajes por avión o carretera; no obstante, los realiza con frecuencia por  necesidades de su profesión. Le preocupa constantemente la idea de la muerte, y en eso es muy español, muy unamunesco. José Luis Cuevas es católico y admira a Juan XXIII; se considera, además inculto en cuestiones de política, arquitectura, medicina e historia patria. Nunca lee nada sobre estas disciplinas; en cambio es un lector constante de obras de ficción: poesía, novelas, cuentos y un fanático del cine. Por otro lado, se sorprende cuando lee en los periódicos semblanzas de su persona. Las gentes se equivocan siempre al juzgarlo; lo presentan como petulante, ensoberbecido por el éxito y algo paranoico. Lo juzgan más que nada, por lo que revela a través de la televisión. Pero José Luis Cuevas nunca ha pretendido proyectar esas características que le achacan; busca sobre todo la comunicación, y de ahí que acepte la publicidad. José Luis Cuevas, al contrario de lo que dicen, casi nunca sale a la calle, no frecuenta la llamada Zona Rosa, como comúnmente se cree. Su mundo está dentro de esta casa, aquí trabaja, lee y piensa. Inclusive salir le angustia; depende en mucho de Berta, su esposa, que es quien maneja su auto. Cuando tiene que hacer alguna diligencia y no cuenta con ella, la aplaza. José Luis Cuevas es poco afecto a los taxis o a los camiones; piensa mucho en su casa nueva, en construcción, que será una especie de mausoleo, del que le será más difícil salir. Las únicas salidas de José Luis Cuevas en México son al aeropuerto para tomar un avión que le lleve fuera de su país, a veces, le resulta aterrador, la calle lo enferma; siente la atmósfera contaminada de polvo y humo, y esto le hace enfermar de la garganta; su comunicación con el exterior la lleva a cabo, principalmente, a través del teléfono, que siempre está ocupado, y también por medio de las continuas visitas que recibe a lo largo del día; estas visitas suelen ser, en su mayoría, de periodistas o turistas americanos. Así es, más o menos, como vive José Luis Cuevas hombre.
–Bien. Otra pregunta. ¿Es verdad, como aseguran, que te molesta grandemente la pintura mexicana?
–No  podría decir que la pintura de México me molesta; más bien soy indiferente a ella. Frecuento las galerías de México únicamente cuando se trata de exposiciones de pintores amigos, y éstos son muy pocos. Podría mencionarlos: Mathías Goeritz, Ricardo Martínez, Alberto Gironella, Messeguer, Gassi y Vicente Rojo. Las obras de los demás me parecen tan sólo un pálido reflejo de lo que pasaba en el mundo del arte hace diez años. Los pintores de mi país, en su mayoría son conformistas y solemnes; carecen del más elemental sentido del humor, y su ambición es pertenecer al oficialismo. Casi todos los artistas de mi generación son pobres de espíritu, timoratos; hacen un fuerte contraste con los escritores; esos sí son, casi todos, amigos míos; son brillantes y lúcidos. Pero, volviendo a los pintores, ahí tienes el caso de Rufino Tamayo; pudo haber representado para nuestra generación lo que Octavio Paz representa; sin embargo, se dejó adormecer por las “músicas dormidas” del Palacio de Bellas Artes. Tamayo con su pipa, sus canas y su chalet de San Ángel,  pertenece al “stablishment”. Aparece en las crónicas de sociales; pero su pintura actual fracasa rotundamente. Cuando México lo mandó a representarnos a Venecia, los pintores de vanguardia, en la ciudad de las góndolas, se pasearon frente a los cuadros de Tamayo con pancartas que decían: “TAMAYO GO HOME” (Tamayo, vete a tu casa). Como debes comprender, por lo que te he dicho, la pintura mexicana no representa para mí una experiencia muy excitante. 
–¿Es verdad, José Luis, que tu pintura es distorsionada?
–Desde luego que sí. Ya te decía que dejé la Academia hace tiempo. Soy inventor de formas, aunque siempre parto de la realidad, y mi obra es tan distorsionada como  puede serlo la escultura precolombina, el arte bizantino, la pintura del Bosco, la de Goya o la de Picasso. Sin embargo, no distorsiono los sentimientos humanos. Lo que pinto existe, como existe la enajenación o el crimen, la miseria o la prostitución. Más que fotográfica, mi obra es de rayos X; mi pincel, pluma o lápiz son instrumentos como el bisturí, con los que penetro lo externo, para descubrir las entrañas de mis personajes; pinto sentimientos de hoy; por eso mi obra, al margen de falsos malabarismos vanguardistas, siempre resulta actual o vigente.
–¿Qué es más fácil, pintar o restaurar, copiar con exactitud o crear?
–Es  interesante tu pregunta. Yo creo que el verdadero artista, aun copiando, crea, porque el modelo pictórico le servirá tan sólo de punto de partida. Ahí tienes a Picasso; copiando a Ingres, haciendo variaciones sobre Velázquez o Delacroix, siempre es Picasso.
–¿Qué es la pintura para ti?
–La pintura es mi vocación, una vocación que nació antes de que aprendiera a leer y escribir. Ya a los tres años de edad me tiraba en las baldosas de la cocina para ilustrar, con carbón que robaba a hurtadillas del fogón, las historias espeluznantes de aparecidos que me relataba mi nana. Jugar y dibujar acompañaron mi niñez, vivida en esa vieja casa ubicada, casi simbólicamente, en el “Callejón del Triunfo” y en los altos de una casa de papel y lápices que se llamaba el “Lápiz del Águila”. Para mí, pintar ha sido algo muy estrechamente ligado a toda mi vida; así que, cuando a los diez años de edad enfermé de fiebre reumática, dibujé, como si se tratara de un diario, los meses de agonía que pasé impedido. Pintar, para mí, es una necesidad angustiosa, biológica, de la que no podré prescindir jamás. Quizás por eso no tenga otros vicios, otras necesidades; pintar y amar son mis únicas y verdaderas urgencias.
–¿Qué cuadro famoso te hubiera gustado pintar?
–Ningún cuadro famoso o, mejor dicho, ningún cuadro de otro artista me hubiera gustado pintar, porque ese cuadro es el resultado de circunstancias y necesidades ajenas a mi profundo yo. 
–¿A qué pintores contemporáneos admiras más?
–Considero que Picasso es el pintor más grande que ha existido en toda la historia de la pintura. Velázquez fue un genio; Rembrandt fue un genio; pero Pablo Picasso es un monstruo de la naturaleza, en que se dieron cinco genios en una sola persona, y esto es asombroso. Admiro también a Marcel Duchamp, a Paul Klee, y a Max Ernst, quienes, con Picasso, representan los cuatro puntos cardinales de la pintura del siglo XX.
–¿Te consideras un genio?
–El genio es un estado anormal, que es el resultado de ciertas taras hereditarias. A veces, estas taras llevan a la criminalidad o al retraso mental. El genio es la sublimación de la sífilis; la expresión más elevada de lo anormal, y yo me considero lúcido, bien dotado, pero no genio, porque creo que soy una persona normal.
–Confidencialmente hablando. ¿Consideras que tu Mural Efímero, como algunos creen, no fue más que una tomadura de pelo?
–Yo  nunca he tomado el pelo a nadie, todo lo que hago es genuino. Mi Mural Efímero es parte de mi obra y expresa una actitud frente a la vida. El devenir es angustioso,  incierto, muchas calamidades nos asolan; los más jóvenes no creen en los sistemas imperantes y, ante tales hechos, mi Mural Efímero representa la actitud nihilista del intelectual de hoy. Ya no se puede ser tan petulante como lo es Tamayo, que piensa en realizar obras permanentes; obras que perduren. Casi todo el arte de nuestros días es efímero, está realizado con materiales efímeros, y esto les preocupa muy poco a los creadores. A mí, en lo personal me importaría un bledo que mi obra no sobreviviera o fuera echada conmigo, toda íntegra, al hoyazo donde irá a parar mi cuerpo físico cuando deje de gozar del sol y de respirar la delicia del aire.

FOTOGRAFÍA TOMADA DEL BUSCADOR DE Google.
panoramio.com
LA GIGANTA DE JOSE LUIS CUEVAS.
 
 
–¿Cómo y cuándo nació “La Maffia”, grupo al que dicen que tú perteneces?
–“La Maffia no existe como grupo; lo que pasa es que desde hace años así fuimos calificados por nuestros detractores los jóvenes que estábamos transformando el ambiente cultural mexicano. Los mafiosos somos aquellos que estamos contra el lugar  común, al anquilosamiento, la solemnidad, el nacionalismo exacerbado, etc…Los mafiosos representan una actitud nueva frente a la cultura nacionalista. Carlos Fuentes, Fernando Benítez, [Carlos] Monsiváis y yo hemos sido calificados como las eminencias grises – no tan grises- de la llamada “maffia” e, incluso, se nos dedicó una infausta novela, que se llamó precisamente a La Maffia y cuyo autor es un olvidado escritor argentino que, si mal no recuerdo, se llamaba Che Padula.
–Dime la verdad,  ¿cuáles son tus mayores defectos?
–Bueno, bueno, mi mayor defecto es no conocer a la perfección la ortografía; cometo demasiados errores cuando escribo cartas o artículos. Otro defecto está en el hecho de no gustar de los papeles finos de dibujo. Generalmente uso, con gran alarma de las galerías, papeles baratos. Y, ah, me satisface más, mucho más, un pincel usado, con pocas cerdas, que un flamante pincel de ciento cincuenta pesos. Tengo otros muchos defectos, pero de esos me he enterado por los ataques de mis insidiosos enemigos.
–Ahora dime, ¿Cuáles son las mayores virtudes de José Luis Cuevas?
–Amigo mío, las virtudes de José Luis Cuevas son tantas, que nos llevaríamos muchas horas en enumerarlas.
–¿Qué libros estás leyendo?
–Últimamente me he estado poniendo al día en la novelística latinoamericana. Hay muchas cosas que por falta de tiempo no había podido leer y que me habían recomendado mis amigos. Por ejemplo Paradiso, de [José] Lezama Lima, y Cien años de soledad, de [Gabriel] García Márquez. Sin embargo, los escritores latinoamericanos que más admiro son: Carlos Fuentes, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa.
 –¿Te gusta la música?
–Nunca escucho música. No tengo ni cultura musical, ni oído, ni sensibilidad para la música. 
–¿Qué piensas del mundo futuro? ¿Tienes fe en el mundo de ahora?
–Creo que los jóvenes de hoy, con su rebeldía y su inconformidad, harán un mundo mejor que el que nosotros conocemos. La izquierda y la derecha no supieron encontrar la fórmula adecuada.
–¿Y qué piensas de la muerte?
–De la muerte pienso siempre sin filosofías. Siempre pienso en ella: pienso en que soy mortal; pienso en la agonía; pienso en que dejaré de existir; pienso en lo terrible que es la muerte. Viajo y me aterro porque el avión puede provocar la muerte, o la carretera, o la caminata callejera. Rehúso la mantequilla, porque tiene colesterol, propiciatorio de los infartos; leo ansioso los periódicos, en busca de la noticia tranquilizante: algún descubrimiento que cure el cáncer. Temo y temo las enfermedades y, acaso por ello, rehúyo los estimulantes. Trabajando, expreso mi diaria angustia de la muerte, pero trabajo porque es la forma más adecuada para sentirme vivir.
–¿Eres triste o alegre?
–Padezco de periódicas depresiones, debidas a hechos reales. Por ejemplo, la construcción de mi casa, interminable, angustiosa, infinita, me ha sumido en tristes cavilaciones. Esa casa, créeme, la necesito, como mis pulmones necesitan del aire, pues en ella tendré mi primer estudio y podré hacer esculturas y obras de gran aliento. Tengo necesidad, tengo necesidad de esa casa… Los arquitectos no me entienden y me tratan como a un cliente común, como a un señor industrial, como a un empleado de banca. ¡Y yo que creía que los arquitectos eran artistas, que los arquitectos eran creadores!
–Bueno, José Luis, no te amargues el día. Olvidemos eso. ¿Es verdad lo que te oí decir a poco de entrar en tu casa, que muy pronto saldrá en México una marca de cigarrillos que se llamará José Luis Cuevas?
–Si, hombre, es verdad- Cuevas parece olvidar su casa nueva-. Efectivamente, me han llamado para preguntarme si aceptaría dar mi nombre a una nueva marca de cigarrillos. Los publicistas que me propusieron esta idea estaban algo temerosos de que me fuera a ofender, y se asombraron cuando vieron que recibía la propuesta con regocijo. Imagínate tú los ataques que recibiré si este proyecto se lleva a cabo. Será regocijante. Ya me imagino los reclamos publicitarios: “Cuevas en la boca de todos los mexicanos; Cuevas se extingue en pocos segundos; Cuevas con filtro y Cuevas sin filtro; Cuevas quemándose; Cuevas efímero; Cuevas ceniza…”
–Mira, José Luis, es de noche ya. Me gustaría estar aquí hasta que llegaran las claras del día, pero tengo que irme. Mil  gracias.
 
FOTOGRAFÍA TOMADA DEL BUSCADOR DE Google.
mazatlaninteractivo.com.mx
José Luis Cuevas
 is a Mexican artist and was one of the first to challenge the then dominant Mexican muralism movement as a prominent member of the Generación Ruptura. He is a mostly self-taught artist, whose styles and influences are moored to the darker side of life, often depicting distorted figures and the debasement of humanity. He has remained a controversial figure throughout his career, not only for his often shocking images, but also for his opposition to writers and artists who he feels participate in corruption or create only for money. In 1992, the José Luis Cuevas Museum was opened in the historic center of Mexico City holding many of his work and his personal collection of art.
 

martes, 25 de septiembre de 2012

VICENTE FERNANDEZ ENTREVISTA A CORAZON ABIERTO… Por: Juan Cervera Sanchís.


FOTOGRAFÍA TOMADA POR: Fernando Emilio Saavedra Palma.
De la REVISTA “TEMAS” Fotocolor de TEMAS.
VICENTE FERNANDEZ
ENTREVISTA A CORAZON ABIERTO…
Por: Juan Cervera Sanchís.
 
 
Vicente (Chente para los amigos) Fernández, vino al mundo el 17 de febrero de 19… Según nos dice, se le olvidaron los dos últimos guarismos. Y  es que a cierta edad, todos perdemos un  poquito de memoria en cuanto a eso de la fecha de nacimiento. Es natural. El lugar de nacimiento de Chente fue Huentitán, Jalisco.
“Ahí –nos dice entornando los ojos- huele a yerba y a caballos, a surco y a sol”.
-¿Y cómo fue tu infancia?
“Te diré. Mi padre ere un rico ganadero. Pero se le torcieron las cosas y acabó en la ruina. Esto lo hizo emigrar de aquella bella tierra. Con el deseo de rehacer su economía, nos llevó a Tijuana. Con lo poco que había salvado del naufragio, adquirió un lote de zapatos en León, y yo, de ser hijo de ganadero acomodado, pasé a ser un jovencito que vendía zapatos en las vecindades”.
-Duro, ¿verdad?
“Hombre, ya puedes imaginarte. Yo a los 13 años de edad en Jalisco tenía un carro en mis manos y a los 14 tuve que vender zapatos y manejar el pico y la pala…”
-Tremendo cambio…
“Mira, se me fueron todas las ilusiones a tierra. Sufría, más que por mí. Por mis padres y mis hermanas. Nada hay peor que haber sido rico y luego pobre. Es espantoso haberlo tenido todo y, de repente, verte sin nada y con las manos vacías. Eso le pasó a mi padre y a todos nosotros”.
-¿¡Y…!?
¨Pues hombre, que había que fajarse y seguir adelante. Arañarle los ojos a la vida y seguir en la pelea. A un golpe hay que responder con otro…Traté de ayudar a la familia. Era mi deber. Hice de todo para llevar unos centavos a la casa…”.
-De todo…, ¿hasta qué?
“Bueno, recuerdo que en Tijuana lavé un taxis sin que me lo pidieran y le decía a los taxistas: Oye, si te gusta cómo te lo dejo me das lo que puedas. Y así me iba defendiendo”.
-Y ¿por qué fechas fue esto, Chente?
“Fue por el año de 1955…Era yo un jovencito”.
-Y cómo te iniciaste en la vida artística?
“Allí, en Tijuana, me picó la víbora de lo artístico. Yo cantaba, me gustaba mucho cantar y tenía mis sueños como todo joven en este mundo. Así que un día llamé a la puerta de la XEX, una radiodifusora local. Allí conducía un programa Joaquín Díaz Croche, un programa que se llamaba “Leche de Vaquita”.
-¿Cómo…?
“Sí, hombre, “Leche de Vaquita”… Ahí había un concurso para aficionados y le entré. ¡Pero con muy mala suerte!”
-¿Por qué?
“Hombre, resultó que cuando yo empezaba a cantar, alguien me hizo reír con un chiste gritando y me dio, pero en serio, pues me tocaron la campana y eso fue para mí una gran frustración. De veras que me vine al suelo; me sentí deshecho”.
¿Y cómo reaccionaste?
“Pues te diré…Yo no bebo, pero estaba tan mal, que me salí de allí y me puse hasta el gorro. Fue la primera borrachera de mi vida”.
-¿Era para tanto?
“Es que yo pensaba en mi madre y me decía a mí mismo: Le fallé, le fallé… Y se me salían las lágrimas. Pero fue por aquello que me metí entre ceja y ceja el ser artista. Me lo juré a mí mismo y pensé que triunfaría y le regalaría un palacio a mi madre y un rancho con muchas vacas a mi padre…
Desde entonces, supe que sería cantante”.
-¿Y qué hiciste para crecer y ser?
“Comprendí que en Tijuana no sería posible avanzar; allí los horizontes eran estrechos. Le comuniqué a mis padres que me iba a Guadalajara en busca de nuevas posibilidades”.
-¿Qué te dijeron ellos?
“Los padres lo quieren a uno siempre cerca de ellos. Los míos, como todos hubieran querido que me quedara, pero me comprendieron y me dejaron ir”.
-¿Qué edad tenías ya?
“Dieciocho años”.
-¿Qué pasó en Guadalajara?
“Allí estaba mi tío Chacho, que tenía un restaurante típico. Llegué con él y me dio trabajo como cajero. Pero la verdad es que me aburría mucho detrás de la caja. Fue por eso que solicité a mi tía que me permitiera trabajar de mesero que era, según yo, más divertido. Además, estaban las propinas. Ya de mesero, preguntaba a los clientes si querían que cantara y me di cuenta que les gustaba como lo hacía y las propinas eran mayores. Un día, sin más, le dije a mi tío Chacho: Ya no quiero esto, me voy… Y me fui”.
-¿A dónde…?
“Pues, me fui al Canal 6 de TV en Guadalajara, donde había un programa que se llamaba “Buscando estrellas para la TV”.
-¿Y qué pasó?
“Fue muy curioso. Te lo cuento. La secretaria que tomaba los datos de los aficionados, me dijo: Venga usted dentro de tres meses, pues por ahora no hay cupo. Esto me heló la sangre. Pero mi reacción inmediata fue decirle: Imposible, señorita…Necesito cantar hoy mismo…Y le conté una historia: Que mi madre debía 200 pesos de arriendo y yo le había prometido que participaría en el concurso y ganaría. Conmoví profundamente a la secretaria y con gran generosidad me puso en la lista. Fue un milagro. Y lo recuerdo ahora como si hubiera sido ayer. Lo tengo más presente que mi última intervención en “Mala Noche… ¡No! con Verónica. Me acuerdo que a la hora de cantar me preguntaron: ¡Qué canción interpretará usted?
Y yo les dije: “Estoy a punto de llorar”. Así se llamaba la canción.
-¿Qué más pasó aquel milagroso día en Guadalajara?
“Bueno, yo me acompañaba con mi guitarrita. Y ahí, en vez de campana había un tipo vestido de diablo con un tridente y perseguía a los que cantaban mal. Recuerdo que el locutor me preguntó: Y no tienes miedo que el diablo te persiga con el tridente? A lo que le contesté: Si se me arrima le doy con la guitarra en la cabeza…Esto hizo que el público lanzara una gran carcajada. Desde antes de cantar, ya me lo había ganado. Y tener desde el principio su simpatía, es gran ganancia”.
-¿Y cómo estuvo la cosa?
“De milagro. Canté. Llegó el momento de los premios. Yo estaba rechinando los dientes de nervios. Vocearon el tercer lugar. No era yo. Vocearon el segundo. Y entonces me dije para mis adentros: Chente, ahora sí te llevó el diablo. El mundo se vino abajo. Un nudo en la garganta me impedía casi respirar. Y eso andaba, ya casi vendido y convencido de mi fracaso, cuando se voceó el primer lugar y oí gritar mi nombre. Nunca en mi vida había sentido tanta felicidad, ni nunca después he sentido algo igual. Lloré, reí…Estaba en otro mundo. Eso fue la gloria”.
-¿Y qué más hubo aquel día Chente?
“Pues, tras vocearme como triunfador, me entregaron cuatrocientos pesos de aquellos con los que yo me sentí el hombre más rico del planeta. Y me decía para mis adentros: Ahora sí, Chente, ahora sí no hay quien te pare. ¡Serás cantante!”
-¿Recuerdas el nombre del locutor?
“¡Cómo no! Ignacio Cárdenas Gálvez era uno de ellos, y ahora es mi compadre. El otro fue Rafael Saavedra Mercado, y no olvido al productor, Rafael García, ya fallecido, y que en paz descanse, pues fue él quien prácticamente me descubrió. Gracias a Rafael García, al que jamás olvidaré, dejé de ser aficionado. Entré en la TV tapatía como profesional. Pensaba en los 400 pesos del concurso e imaginé que como profesional ganaría por lo menos mil, pero recibí una gran sorpresa: Ganaras 37 pesos por programa, e hice ocho programas de “La calandria musical”, que fue extraordinario para mí, pues fui conocido en Guadalajara, y los horizontes se abrieron poco a poco. Y, de ahí para el real. Aquí me tienes…Aunque…”
        
 
 
FOTOGRAFÍA TOMADA POR: Fernando Emilio Saavedra Palma.
De la REVISTA “TEMAS” Fotocolor de TEMAS.
VICENTE FERNANDEZ
EL GRAN CANTANTE CHARRO DE HUENTITAN, JALISCO, MEXICO.
 
-¿Aunque…qué? Cuéntanos…
“Pues, que no hay éxito sin dolor. Que una alegría trae una tristeza. Recuerdo que fue también entonces cuando los médicos descubrieron que mi madre tenía cáncer en un pecho. Yo ganaba ya para entonces, mil pesos diarios. Todos fueron para la curación imposible de mi madre. Me iba al hospital donde le daban radiaciones de cobalto y la tenía que dejar para irme a cantar y pagar todo aquello…Fueron días muy amargos…”
-Cambiemos de tema Chente; ¿qué es la guitarra para ti?
“Un universo, todo un universo, como la mujer. Mira, la guitarra viene siendo el equivalente de una mujer en la soledad. Si la miras bien, verás que tiene busto, cintura, caderas…y, aparte de eso, se le pueden sacar unas notas y darle vida a una canción. Es una gran compañía en las noches de soledad…; es como el hombro de un viejo amigo, de un amigo fiel y verdadero, que cada vez hay menos en este mundo, sobre el que podemos llorar sin que corramos el riesgo de que revele a nadie nuestras debilidades. Sí, la guitarra es un Universo y en el universo cabe todo”.
-¿Y la mujer?
“Es lo más sagrado que existe;
Todos venimos del vientre de una mujer. Yo pienso que la mujer es tan fuerte, o más, que el hombre y, sin duda, mucho más valiente que éste. Este mundo está poblado gracias a la valentía femenina. Bendita sea la mujer, dadora de la vida, pues si los hombres pudiéramos tener hijos, solamente tendríamos el primero…; el segundo, ni maíz…pues nos faltaría el valor para ello”.
Y aquí dimos por terminada esta charla entrevista con el gran Chente Fernández que, con emoción, nos relató los inicios de su brillante carrera artística.
 

FOTOGRAFÍA TOMADA POR: Fernando Emilio Saavedra Palma.
De la REVISTA “TEMAS” PORTADA Vicente Fernández Fotocolor de TEMAS.
ORGULLO DE MEXICO VICENTE FERNANDEZ.
REVISTA “TEMAS” NUEVA YORK
PORTADA Vicente Fernández
Foto-color de TEMAS.
Mayo 30, 1989.
 Vicente Fernández Gómez (born February 17, 1940) is a Mexican singer, producer and actor. Known as Chente or El rey de la canción ranchera (The king of ranchera music) throughout the Latin world, Vicente Fernández, who started his career singing for tips on the street, has become a cultural icon, recording more than 50 albums and contributing to many movies. He is the father of the popular singer Alejandro Fernández and Vicente Fernandez Jr.
Although less well known to English-speaking audiences, he has consistently filled stadiums and venues throughout his 35-plus years of performing. His repertoire is pure ranchera, a style described by the Miami Herald as representing "the Mexico of old – a way of life romanticized by rural ranches, revolution, and philandering caballeros". He has sold over 65 million copies worldwide.[1]
 
 

jueves, 20 de septiembre de 2012

SILVIA PINAL La gran actriz. Por: Juan Cervera Sanchís.


ILUSTRACION ELABORADA POR: Fernando Emilio Saavedra Palma.
SILVIA PINAL
La gran actriz.
Por: Juan Cervera Sanchís.

 

Firme. Segura. Pisando fuerte. Emanando un aire fragante y juvenil aparece Silvia Pinal.

La espero a la entrada del teatro “Manolo Fábregas”. Hemos concertado una entrevista para TEMAS. La palabra TEMAS es mágica y cálida y todo un prestigio internacional. Doña Silvia sonríe. Nos indica que la sigamos. Saluda a todo el mundo. Da órdenes: “Rieguen esas flores”. Antes de llegar al camerino la aborda María Rivas “¿Cómo te sientes”?


–Mejor.

Nosotros no hubiéramos sospechado que estaba enferma. Su presencia es radiante y vital. Viene informalmente vestida. Pantalones blancos y chaquetilla roja. Parece un torero triunfal. Sacerdotisa de Creta en su caso.

            –Pase, pase, siéntese –. Estamos en su camerino. Vemos algunos retratos… y sugestivas pinturas con su imagen. Le preguntamos por  su enfermedad:

-No es nada importante. Es ese virus que anda por toda la ciudad de México haciendo de las suyas. Pero ya me lo tengo arrinconado. No hay virus que me pueda doblar, aunque éste es muy molesto e irritante.

            El camerino se llena de gente. Algunos auxiliares. Ordenes. Sugerencias. Un muchacho que le solicita dos boletos para la función del sábado: boletos para la función del sábado:

-Cómo no!

Por fin Doña Silvia, con el virus bajo la zapatilla, se sienta junto a nosotros y comienza nuestra charla para TEMAS:

– ¿Oiga, en sus comienzos a qué grandes actrices pensó emular?     

            Su voz densa, acogedora, honda, casi exclama:

–¡Nunca pensé en eso! Y suavizando la voz desliza un: Era yo bastante discreta. Continuando: Por supuesto que admiraba a actrices y actores célebres como Pedro Armendáriz, Dolores del Río, Pedro Infante, María Félix y Carmen Montejo. Por cierto que Carmen Montejo, la gran Carmen Montejo, tan grande ayer como hoy, fue con quien hice mis primeras películas.

            –¿Y qué representó para Silvia Pinal la etapa con Luis Buñuel?

            –Fue una etapa totalmente aparte en la trayectoria de mi carrera y no creo que pueda haber otra igual, aunque si pienso que puede ser superada. Sí, o acaso no; pero no dudo en poder superarla.

            –¿Cuándo sintió que se internacionalizaba como actriz?

            –Cuando me fui a España. Allí trabajé con actores como Alfredo Marsillach, Alberto Closas, Fernando Fernán Gómez y Catalina Bácerna, una extraordinaria actriz. Intervine en muchas obras de Miguel Mihura y Alfonso Pasos. La verdad es que Buñuel vio antes de contratarme “Maribel y la Extraña Familia”. Sí; fue a partir de mi etapa española que sentí que me españolizaba.

            –¿Qué película de todas las filmadas hasta ahora por usted, recuerda de manera especial?

FOTOGRAFÍA TOMADA DEL BUSCADOR DE Google.
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EL INOCENTE


             –“EL Inocente”. Y me acuerdo de una anécdota allá en España en que la estaban pasando en un pueblito cerca de donde filmábamos y fui a verla. Era un pequeño cine. Pero la gente supo que yo estaba allí y después de la proyección todos se quedaron para conocerme y me hicieron una gran fiesta. Fue algo inolvidable.

            –¿Otra obra que recuerde así muy especialmente?

            –Pienso en “Estrategia Matrimonial” donde trabajé al lado de Enrique Rambal, Pepe Gálvez y Joaquín Cordero…       

            –¿Se podría decir que usted ha trabajado al lado de todos y de todas nuestras grandes figuras de la actuación…?

            –No. Nunca trabajé al lado de Dolores del Río ni de Jorge Negrete.

            –Cambiando de tema. Yo la veo juvenil y bellísima, y como yo, todo el mundo, ¿tiene usted alguna suerte de secreto para conservarse así?

            Sonríe y nos dice: 

–Yo pienso que el “secreto”, entre comillas, debe estar en mi trabajo. Son tres horas diarias de función y seis los viernes, sábados y domingos. Eso es un fuerte ejercicio que me mantiene en forma. Además hago otros ejercicios. Por aquí tengo un aparatito con el que practico doscientas veces cada día.   

            –¿Su dieta?

–Como bien, aunque demasiado. Como de todo. Carne asada, frutas. Las frutas me encantan. Todas las frutas.

            –¿Alguna en especial?

–Las tunas, los mangos y la piña. Pero todas son deliciosas.

            –Entonces, ¿ahí está el secreto?

–Ahí y en mi excelente naturaleza. Gracias a Dios tengo una extraordinaria salud, una salud a prueba de bomba. Y, además, debo decirle que soy rigurosamente disciplinada. La disciplina la considero fundamental. Sin disciplina no podemos hacer nada importante ni alcanzar metas elevadas. Y otra cosa: nunca dejo de dormir mis ocho horas. El sueño es una gran fuente de alimento para nuestro organismo. El sueño es vital y reparador.

            –¿Qué es la vida para Silvia Pinal?

–La vida para Silvia Pinal… La vida para mí… Bueno, la vida es algo que debe disfrutarse a plenitud en unión de las personas que uno ama y hacer lo que uno desea… con todo respeto para los demás, por supuesto.

            –¿El amor, Silvia?

–Es el motor de mi corazón. Sin amor la vida no valdría la pena.

            –¿A qué destina el dinero?

–El destino del dinero no debe ser otro que crear en nuestro entorno mayor felicidad.

            –¿Es usted feliz?

–Es muy amplio el término. Uno puede ser feliz, pero… bueno, los problemas ajenos no dejan de ser nuestros y si hay personas que no son felices, nuestra felicidad tampoco es total. Por ejemplo yo sufrí mucho nada más de oír todo lo que sucedía con el pasado terremoto y que tantas vidas cambió. No vivimos en un mundo feliz. Creo que lo importante es luchar por la felicidad compartida.

            –¿Además de los seres humanos qué ama?

–Lo amo todo. Amo a los animales. Me encantan los perros chiquitos, los pájaros. En casa tengo una chinchilla, un perro, canarios…

            –¿Las flores?

–Ya oyó usted al entrar que grité “rieguen esas flores”. Es que tenemos por aquí una macetita. Adoro las flores, me fascinan los tulipanes, la orquídea salvaje, la nube…

            –Y entre todas las flores, ¿cuál es la favorita de Silvia Pinal?

            –El anturio

            –¿Otros placeres?

            –El mar. El mar me enamora. Amo el sol. Nado muy bien y también esquío. Soy muy buena esquiadora. La luna llena es otra fascinación que siento sobre mí. Yo creo en la influencia de los astros.

            –¿Cree en Dios?

            –Por supuesto. Si estamos aquí… Lo evidente está a la vista.

            –¿Cree en la vida después de la muerte?

            –Desde que murió mi hija…No es tanto creer. Espero. Por ahí anda la energía, las almas, las fuerzas. Confío en volvernos a encontrar.

            –¿Qué es un niño para usted?

            –Una esperanza, un peligro que debemos cuidar mucho y con mucho cariño. El niño es muy egoísta, igual los ancianos. Buñuel era un gran egoísta.

            –¿Es usted bondadosa?

            –Sí, me doy en mi trabajo, con mis hijos, con mi madre, con mi esposo, pero no me gusta que me engañen.

            –¿Qué tal su negocio de cosméticos?

            –Ya está en marcha y confío tenga mucho éxito. “Jenesse” de Silvia Pinal va a ser algo grande. Esperamos internacionalizarlo pronto para traer divisas al país.

            –¿Si tuviera capacidad de hacer milagros qué milagros haría?

            –En primer lugar poner a mi hija otra vez aquí y luego hacer que este mundo viviera en paz. También me gustaría erradicar la drogadicción.

            –¿En qué no puede creer que antes creía?

            –En el amor de una hija hacia su madre. Yo pensaba que por el hecho de dar el ser, los hijos amaban siempre a sus padres. Pero eso no es bastante. Sucede que los hijos no reaccionan así por el simple hecho de darles la vida.

            –¿Qué es lo que más le agrada de los seres humanos?

            –La sinceridad, la fidelidad, el agradecimiento.

            –¿Lo que más le desagrada?

            –Lo contrario a lo dicho, es decir, la hipocresía…

            –¿Se ha sentido alguna vez traicionada?

            –Muy pocas veces y a un nivel que no me toca. Pero una vez, una vez… Y fue muy doloroso para mí.

            -¿Virtud que más admira?

            –El amor al ser humano

            -¿A qué teme?

            –No temo a nada. Bueno, un poco a la oscuridad, a caminar por una calle oscura.

            -¿La muerte?

            –No, no le temo. Le temo a tener que depender de alguien.

            –¿De no ser actriz, qué hubiera preferido?

            –Me hubiera gustado ser cantante de opera, arquitecta, decoradora… Una carrera relacionada con el arte siempre.

            –¿Su mayor don?

            –Mi vitalidad. Mi salud.

            –¿Qué es la belleza para Silvia Pinal?

            –Un niño bonito, unos ojos bellos… La belleza, la belleza… Hay tantas y tantas cosas bellas. El mundo, pese a todo, está lleno de gente y cosas bellas. El mundo es bello.

            –¿Su debilidad?

            –Mis hijos, la ropa… Me gusta mucho la ropa.

            –¿Cómo siente que va su programa de TV?

            –Va magnífico, estamos entre los diez primeros puestos, según el rating. Ya se vendió el programa al extranjero. La verdad es que ha interesado bastante. Es un programa bien realizado y donde se profundiza en casos de la vida real protagonizados por la mujer. Pienso que vamos muy bien y trataremos de ir mejor.

            –¿Otros programas televisivos?

            –Sí, basada en una idea mía vamos a realizar una telenovela, que escribe Willibardo López. La acción transcurre en México y se harán grabaciones en exteriores, ya sea en Tlaxcala o Palenque, pues mi hija en la telenovela es antropóloga. Esta telenovela será dirigida por Rafael Banquells.

            –¿“Mame”?   

            –Todos la están viendo. Van trescientas representaciones y dos puestas en escena. Muchas personas han visto la obra varias veces. Es lo que siempre sucede cuando una obra llega al público. Fue lo que pasó con “José el soñador”. Es lo que ocurre con las obras de éxito.

            –De acuerdo, ¿pero supongo que ya tiene proyectos para después?

            –Eso siempre. Sí, tengo una cita con Marcela del Río. Ya tengo una historia que deseo convertir en comedia musical. Se trata de la vida de una mujer mexicana que llega a Estados Unidos y luego de vender tortillas en la calle llega a escalar puestos interesantísimos en aquella nación. Termina siendo dueña de un gran consorcio bancario y aún más. No es una ficción totalmente. La historia está basada en un hecho real. Ya e imagino la obra y yo bailando en un escenario donde destaca el Capitolio, porque esta mujer ocupó un puesto clave dentro del gobierno norteamericano. En fin, estoy de veras entusiasmada con este proyecto.

            Esperamos que pronto sea una luminosa realidad y un gran éxito.  

           

            TEMAS. NUEVA YORK. AÑO XXXV11.


FOTOGRAFÍA TOMADA DEL BUSCADOR DE Google.
rottentomatoes.com
Silvia Pinal (born Silvia Pinal Hidalgo on 12 September 1931) is a Mexican actress, who had roles in several of Luis Buñuel's movies such as El ángel exterminador and Viridiana. Pinal is also considered as one of the few surviving legends of the Golden Age of Mexican cinema.