EL INDIO Y EL MILAGRO…
RAY MENDOZA.
ENTREVISTA escrita por: Juan Cervera
Sanchís.
El legendario Ray
Mendoza, al que llamaban El Indio, nos dice en charla de amigos: “Yo era el
niño de las mil chambas. Vendía dulces, daba grasa, voceaba periódicos, etc.
Vine al mundo en la calle de Luna, en la colonia Guerrero. Al poco de nacer me
llevó mi madre a Navojoa. Allí pasé siete años. Al volver al Distrito Federal
no entendía una palabra de español. Me sentía perdido. Indefenso. Agredido por
todos y por todo. Me decían El Indio. Peleaba con todos. Pero mi pelea no era
con el ser humano, sino contra mi propia ignorancia.
Mi vida cambio una
tarde”.
FOTOGRAFÍA DE LA REVISTA SUPER LUCHAS.
RAY MENDOZA…
-¿Cómo y por qué?
-Fue allá por las calles
de San Cipriano, frente a la panadería La Perla, el milagro de que te hablo.
Por allí pasaba a diario una niña que vivía en las calles de Carretones. Era
una niña que jugaba al beisbol en el equipo de una fábrica de galletas. Verla
pasar se convirtió para mí en algo maravilloso. Me embelesaba. No me atrevía a
platicarle, ni tan siquiera saludarla. Sentía que iba a ser rechazado. Yo
tenía un gran complejo de inferioridad ante ella…
-¿Qué hiciste entonces
para acercarte?
-Estaba yo aprendiendo a
manejar para vender pan. Veía una y otra vez a aquella niña pasar –no sabía
que se llamaba Guadalupe Mendoza y yo era Pepe Díaz intrascendente--. Se
convirtió en mi sueño inalcanzable, pero que soñaba alcanzar. ¿Cómo? Bueno, un
día, venciendo mi timidez, me atreví a saludarla. Virgen santa, ella respondió
a mi saludo. Fue aquel uno de los días más felices de mi vida. Comencé a querer
ser algo grande para ofrendárselo a ella.
-¿Y?
-Mi vida se transformó
por completo. Me decía: “Seré algo, seré algo grande y lo seré por ella”.
Durante cerca de un año
entre ella y yo sólo cruzamos dos o tres palabras. “Buenas tardes, señorita”.
O: “Hasta luego, señorita”. Pero yo vivía par verla y decirle aquellas
palabras. Y era feliz. Y gracias a aquel hondo sentimiento, mi vida era otra.
-¿Y qué sucedió después?
-Un día me decidí y la
invité a comer. Yo no sabía hablar, decir cosas bonitas ni cumplidos.
Directamente le dije: “La invito a comer”. Y, de nuevo, el milagro para mí:
Ella aceptó. Fuimos a comer. Hablamos así sin más, sin rebuscar una sola
palabra. De pronto, nos miramos a los ojos muy finos. Fue en ese instante que
le pedí que fuera mi novia. Ella me contestó con un: ¡Oiga! Pero aceptó que la
llevara al gimnasio donde entrenaba como beisbolista. La dejé allí. No me
atreví a entrar. Regresé emocionadísimo. Nos seguimos viendo. Conocí a su papá,
que fue un gran padre para mí. Sentía unas ganas locas de besarla cada vez que
la veía. Me las aguantaba. A los dos meses de, mi declaración la besé… Fue algo
divino. Fue mi guía. Fue mi ángel de la guarda. Siempre tuve una gran
dependencia de aquella mujer. Murió hace ya siete años y medio”.
FOTOGRAFÍA TOMADA DE LA REVISTA SUPER LUCHAS
PEPE DIAZ RAY MENDOZA
Pepe Díaz, Ray Mendoza,
El Indio, llora al recordar a la esposa perdida. Nos habla de su boda a la edad
de 15 años.
-Éramos dos niños cuando
nos casamos. Y yo quería darle todo. Pero la pasamos muy duro, antes de que yo
triunfara como luchador, aunque gracias a ella, que fue una gran mujer y
siempre estuvo a mi lado. Comencé como boxeador. Fracase, pues me fracturé una
mano en el gimnasio de los luchadores para vengarme por lo de mi fractura. En
mis comienzos como luchador fui El Rayo Rojo, después me cambié de nombre. Fui
El Pelón Chato Díaz, ya que como El Rayo Rojo perdí la máscara. En medio de
todo ello, mi esposa me guiaba.
Recuerdo que me decía:
“Pepe, mi amor, ¿por qué no aprendes caligrafía? Aprendí. Me molestaba un poco que
ella supiera más que yo. Aunque al mismo tiempo le estaba agradeciendo por ello.
Era mi guía. Vinieron los hijos. Tuve que vender sangre para darles de comer y
comprarles zapatos y poderlos mandar a la escuela. Cada quincena iba a
vender mi sangre. Pero yo seguía con mi fe en alto. Gracias a mi mujer me fui
educando. Ella me compró un “Manual de Urbanidad”. Fue muy bueno para mí
aprender lo que estaba escrito en aquel libro. Era necesario pulirse. Salir
adelante. Leí otros libros, como el titulado “Conversar para convencer”.
-¿Y la lucha?
-Debuté en 1956 en la
Arena Coliseo en un campal, contra Gori Guerrero, Black Shadow, Blue Demon, El
Santo y Carnicero Grimaldo. Ese mismo año ya protagonicé un mano a mano con
Blue Demon. Mi vida cambió y las urgencias económicas fueron menos. En 1959
obtuve el campeonato mundial semi-completo. Campeón nacional medio en dos
ocasiones y dos en semi-completo. También fui campeón dos veces por parejas. El
16 de septiembre de 1983 me retire definitivamente de la lucha, pero le dejé a
la misma cinco hijos entregados por completo a ella. Los Villanos.
-¿Qué le pide Ray
Mendoza en este momento a la vida?
-Seguir viviendo par ver
crecer a mis nietos, ¿Qué más se le puede pedir a la vida que seguir vivo?
-¿Qué piensa de la
juventud de hoy?
-Siento un gran respeto
por la juventud, pues de los jóvenes es la vida futura. Y yo quiero, como los
jóvenes, vivir en el hoy, no en el ayer ni en el mañana, pues sólo el hoy nos
pertenece. Más que mi leyenda quiero mi vida.
FOTOGRAFIA TOMADA DE LA REVISTA SUPER LUCHAS.
DIRECTOR GENERAL: Leopoldo
Meraz
Súper
Luchas es una revista mexicana especializada en lucha libre.
Su característica fundamental es ser el único medio en México con cobertura
oficial de las principales empresas de Lucha Libre Profesional en el mundo.
Leopoldo Meraz (1991-1995)
En su primera época, Súper Luchas fue fundada por Albert Rosch Jussen, un inmigrante alemán dedicado al negocio de la impresión. Rosch consiguió los auspicios de la empresa Apolo Editorial, dedicada a la maquila de folletos publicitarios para supermercados. Rosch antes había sido director de la producción de una revista llamada Espectacular, el mundo de la lucha libre, que circuló en México de 1986 a 1989. No existen datos sobre la desaparición de esa revista. Apolo Editorial llamó, a petición de Rosch, al mismo equipo encargado de Espectacular, encabezado por Leopoldo Meraz, conocido periodista de espectáculos, que en ese entonces escribía columnas para la revista TVyNovelas y el diario Ovaciones. Aunque Meraz había sido director editorial de revistas como Box y Lucha en los años setentas, tenía mucho tiempo sin dedicarse de lleno al periodismo deportivo, así que el enfoque dado a Súper Luchas fue el de una revista de espectáculos. Incluso en el equipo había colaboradores salidos de ese medio, como el periodista Juan Cervera y el representante de artistas Guillermo Mañón, quien trabajó como fotógrafo. El estilo de Meraz provocó que Súper Luchas se posicionara en el primer lugar de ventas en un mercado saturado. Una clave del éxito fue la aparición de un álbum de estampas que daba derecho a participar en un sorteo por un automóvil Cadillac. Leopoldo Meraz permaneció al frente de la revista hasta que una disputa laboral lo hizo renunciar en 1994. Con él, además de Cervera, se fueron los más experimentados colaboradores, como Fernando Gómez Arias, Antonio "Ratón S." Cuéllar y el fotógrafo Arturo Ortega, conocido por su trabajo en las funciones de lucha libre de la época dorada, en especial cuando El Santo derrotó a Black Shadow en la Arena Coliseo de la Ciudad de México, en una lucha donde ambos apostaban las máscaras. La salida de Meraz provocó que varios colaboradores quisieran quedarse con el puesto de director editorial, entre ellos, Guillermo Mañón y María Teresa Medina. Finalmente, Rosh decidió dejar al mando a César Racine, otro periodista de espectáculos. El cambio en estilo y diseño hicieron que Súper Luchas experimentara una crisis en ventas. A las pocas semanas, Racine fue destituido y la revista dejó de publicarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario