FOTOGRAFÍA TOMADA POR: Fernando Emilio
Saavedra Palma.
REVISTA LA PLUMA
DE GANSO
LA POESÍA NO SE
ESCRIBE PARA RECIBIR PREMIOS: Juan Cervera Sanchís.
REVISTA BIMESTRAL. AÑO 13,
NÚMERO 53,
DICIEMBRE 2008- ENERO
2009.
EDITOR: Dantón Chelén
Franulic
COMITÉ CONSULTOR: Esther
Tirado Soriano, Hilario Camarena Gutiérrez, José Lerrante, Dantón Chelén
Franulic.
COMITÉ CONSULTOR: Queta
Navagómez, Adriana Martínez Pérez, David Juárez Castillo, Hugo López-Araiza
Vega, Enrique Flores Amastal, Esther Tirado Soriano, Hilario Camarena
Gutiérrez, José Lerrante.
COORDINADOR DE ARTES
VISUALES: Mauricio Vega.
LOGOTIPO: Graciela
González B. y Rosa Estela González M.
ARTE Y DISEÑO: Gabriela
Monticelli
LA POESÍA NO SE ESCRIBE
PARA RECIBIR PREMIOS: Juan Cervera Sanchís.
Silvia Espinoza de los Monteros
El 24 de octubre el poeta Juan Cervera
Sanchís cumplió 75 años. Habiéndose desempeñado como periodista, guionista e
incluso vendedor de seguros, Cervera nunca ha dejado de celebrar la palabra.
Prueba de ello es la reciente aparición de tres tomos que reúnen su Obra
Poética bajo el sello madrileño Bohodón Ediciones,
-Don Juan, usted nació en 1933, en
Axati, un pequeño pueblo sevillano ahora conocido como Lora del Río. ¿Cómo fue
su infancia?
-Yo soy hijo de la guerra civil
española. Cuando tenía tres años fusilaron a mi padre y media familia se la
pasó en la cárcel. En fin, nos criamos verdaderamente como niños salvajes, sin
zapatos. Fue terrible aquello, pero tuvimos suerte de vivir en u pueblo
agrícola en la vega del Guadalquivir en que había muchas huertas, pájaros y
conejos y donde, a veces, uno podía vivir de la cacería o de pillarse espigas
de trigo, tomates, rábanos o lo que fuera.
-¿En qué momento abandonó la escuela?
-En la escuela estuve como dos días. Ni
entré, pero aprendí rápido a leer y a escribir.
-¿Cómo fue su primer contacto con la
poesía?
-Un día entré a una taberna (porque los
chiquillos en Andalucía podían entrar a las tabernas sin problemas y convivir
con los grandes) y escuché a un abonero que dijo: “Voy a recitar una poesía”.
Esa fue la primera vez que oí la palabra. La poesía se llamaba” Un duro al año”
y contaba la historia de un niño que ganaba cinco pesetas al año trabajando
como esclavo. Desde ese momento comencé a investigar qué era eso de la poesía.
Un conseje del casino, que se apellidaba Regadera, le decíamos “Regaera”, me
escribía poesías populares y me las regalaba para poderlas memorizar. Luego
otro amigo comenzó a prestar sus libros de bachillerato y ahí venía lo que era
un soneto, una lira, cómo se contaban las sílabas, los acentos. Ahí también
descubrí a Quevedo, a Góngora.
-¿Y cuándo fue que lo comenzaron a
apodar “Juanillo, es de los Muertos”?
-Es que en el pueblo había un señor
apellidado Santos, que vendía seguros de la compañía El Ocaso. Como era un vicioso
del juego me daba los papeles para ir a cobrar seguros de gastos funerarios y
entonces me hice cobrador. La gente decía: Ahí viene “Juanillo, el de los
Muertos”. Después, en la compañía se dieron cuenta de que Santos los había
estafado y me pidieron que yo y mi madre nos ocupáramos de cobrar. Entonces
tenía 12 años.
-¿En el reverso de esos talonarios era
donde escribía sus poemas?
-Sí, ya entonces andaba con lo de los
versos.
-¿Qué hizo desde aquella época hasta
1960 cuando le publicaron su primer poemario?
-Pues seguía de cobrador. En Madrid
había una revista médica para la cual hice una antología de poesía amorosa.
Luego ahí mismo me editaron un librito llamado Canciones de un muchacho que
venía venir la muerte”, un texto muy sencillo e ingenuo que me conectó con
gente de Barcelona, donde luego publiqué otra antología.
-¿Cómo llegó a México en 1968?
-Fue por una cuestión amorosa. El amor
me trajo a México y me mantiene aquí.
-¿En ese momento conoció al poeta León
Felipe?
-Sí, todo se fue dando de manera
afortunada, por una serie de circunstancias muy extrañas. Llegué a vivir en la
calle de Miguel Schulz en la colonia San Rafael y ahí lo conocimos. Le enseñe
La piel de mi sangre, la antología que me habían publicado en Barcelona y me
pidió que le leyera algo. Entonces me dijo: “Ven mañana y vamos a seleccionar
unos poemas”. Él hizo la presentación y los textos que publicaron en el
suplemento “El Gallo Ilustrado”, cuando el periódico El Día estaba en su mejor
momento.
-Mientras tanto no dejó de escribir
porque, según las cuentas, tiene usted alrededor de 40 títulos publicados…
-Sí, he escrito de todo. Tengo libros de
prosa, de cuento, que no sé si sean cuentos, porque no soy muy riguroso en
cuanto a los géneros. No creo mucho e las cosas uniformadas. Odio los
uniformes.
-De los volúmenes de poesía, ¿cuál rescataría?
¿Cuál es el que considera más logrado?
-No, pues yo los quemaría todos… Bueno,
sí hay un librito que me gusta en particular: Inventando el olvido. Es muy
sencillo y me gusta eso de inventar el olvido porque uno está lleno de desmemoria.
-¿A quiénes considera sus maestros?
-Yo creo en los cásicos, fundamentalmente.
Quevedo, Garcilaso, Góngora. Los románticos
también, yo amos a Béquer, y, por ejemplo, a Miguel Hernández, a don Antonio
Machado, que además se jugaron la vida y sufrieron infinitamente. Ellos en verdad
vivieron la poesía en la vida. Pobre Miguel Hernández, en la cárcel, a mí me
parte el alma. No son poetas como Paz y toda esa gente que vive del cuento y
las canonjías. Son realmente poetas, no artífices de la palabrería o la
retórica.
-¿Con los años ha cambiado su idea de la
poesía?
-No. Estoy de acuerdo con León Felipe
cuando decía: “Poesía es biografía”. Si detrás no hay vivencia, un sentimiento
o un dolor, no hay poesía. No creo en el artificio, creo en la circulación de
la sangre. Creo en las joyas verdaderas, no en la bisutería. Por eso a veces me
molestan tanto los imitadores. En la poesía hay muchos imitadores: ecos de ecos
de ecos. Tú puedes tener influencias de todos, pero debes tener tus propias
palabras. Puede incluso ser algo feo o repetitivo, pero auténtico. Y la poesía
está llena de mentirosos, de gente que
está buscando un premio. No creo que haya premios legítimos, detrás de todo
premio hay un fraude. Y no hace falta. Ni Quevedo recibió premios. Ni Miguel
Hernández, ni don Antonio (Machado), ni qué demonios. La poesía no se escribe
para recibir premios, canonjías o aviadurías. No creo en el poeta aviador.
-En una sociedad consumista como en la
que vivimos. ¿haber dedicado toda su vida a la poesía ha valido la pena?
-¡Hombre, es lo único que ha valido la
pena! La poesía y el amor son lo único que ha valido la pena.
(Agradecemos
a la Sección Cultural de EL FINANCIERO, cuyo editor es Víctor Roura, su autorización
para retranscribir esta entrevista publicada el 4 de noviembre de 2008)
FOTOGRAFÍA TOMADA POR: Fernando Emilio
Saavedra Palma.
LA POESÍA NO SE ESCRIBE
PARA RECIBIR PREMIOS:
Juan Cervera Sanchís.
FOTOGRAFÍA TOMADA POR: Fernando Emilio Saavedra Palma.
PULICIDAD LIBROS LA PLUMA
DE GANSO…
FOTOGRAFÍA DEL ALBUM DE:
Juan Cervera Sanchís Jiménez y Rueda.
Fotografía tomada por: Alberto Catani.
EL POETA.
QUE NO SON MUDAS
Que no son mudas las flores
como cree el ruiseñor;
que las flores no son mudas,
que nos son mudas, que no;
que no son mudas la flores,
que la flores tienen voz;
que hablan y cantan las flores,
que cantan y hablan de amor:
La flores, ¡ay!, las flores
y, sobre todo, la flor
de las flores, vida mía,
que es tu rojo corazón.
QUE NO
Que no, que no sabía,
que no sabía la espiga
de trigo que ella era espiga,
y era trigo y que sería,
tras pasar por el molino,
blanca harina.
Que la harina no sabía,
que no sabía la harina
que, tras ser masa, sería
pan de vida
ESCRIBO
Escribo para ti que aún no has nacido
desde este dos mil siete acanallado
por Forbes, por su lista y lo expoliado;
que sin ladrón no hay rico ni engreído.
Escribo para ti, ya desvivido
desde antes de nacer, y derrotado;
con la bolsa a la baja y asaltado
por la mercadotecnia y lo podrido.
Escribo porque escribo, a mi pesar
cada día más pobre y más consciente;
seguro de que nada es ya seguro.
Para ti escribo, sí, por no llorar,
en este mundo absurdo y deprimente;
de sus miedos esclavo y sin futuro.
GENIO Y FIGURAS
Avecindado en México desde 1968, Juan
Cervera Sanchís (España, 1933) retomó su trayectoria periodística en este lado
del Atlántico cuando, gracias a la intermediación de León Felipe, entró a
colaborar en la “Revista Mexicana de Cultura” del periódico EL Nacional. Ahí
Juan Rejano le solicitó una serie de entrevistas con diversas personalidades de
la época, lo que derivó en la posterior colaboración de Cervera en otros
suplementos de cultura y espectáculos. Escribió en diversas revistas, publicó
en diarios como Excélsior, Novedades y Ovaciones. Asimismo, se desempeñó como
guionista de radio y televisión en programas como el “de los 64 millones
aquellos”, que conducía Pedro Ferriz Santa Cruz.
Con las entrevistas realizadas entre
1969 y 1971, Cervera está integrando un libro de conversaciones con creadores
como Rosario Castellanos, Juan Rulfo, Rodolfo Usigli, León Felipe, Jaime Torres
Bodet y David Alfaro Siqueiros, entre muchos otros, son contar la charla poco
ortodoxa en la que el director de cine Luis Buñuel no deseaba hablar de cine y
que se puede consultar a través de Internet en la pagina del autor: www.juancervera.com
-Por entonces las entrevistas eran largas.
Juan (Rejano) me pedía diez cuartillas y les daba doble página –rememora el también autor de Sonetos
de amor, de la vida y de la muerte-, a Juan José Arreola le hice varias
entrevistas jugando al ajedrez, a Pellicer también le hice una cuando fue a
Grecia y había hecho unos poemas que hablaban de las amapolas del Partenón.
-¿Cómo recuerda a Carlos Pellicer?
-Pellicer era toda amabilidad. Lo que
pasa es que, de golpe, se iba a cualquier cosa y tardaba en regresar media
hora. Un día hasta me dio tiempo de escribir un soneto mientras lo esperaba.
Lo que le hizo mucha gracia.
-¿Y Juan José Arreola?
-Era muy brillante, de un ingenio
extraordinario. Además, no se perdía: él podía jugar al ajedrez, contestar a
tus preguntas y hasta platicar con el gato que iba pasando.
-¿Y el entrevistado con la personalidad
menos predecible?
-Juan Rulfo. A pesar de que por entonces
ya tenía mucha fama por sus libros. Decía. “yo no he ganado nada con los
libros, vivo de lo que gano aquí”, en el Instituto Nacional Indigenista. Me
llamó la atención su sencillez y bonhomía. Cuando terminamos la entrevista salió
de su oficina y me acompañó hasta Insurgentes a que tomara el camión. Era un
hombre de buen corazón. Admiro mucho la inteligencia, pero un hombre que además
de inteligente demuestra que es humano, merece doble respeto.
(Silvia
Espinoza de los Monteros.)
FOTOGRAFÍA TOMADA POR: Fernando Emilio Saavedra Palma.
FOTOGRAFÍA TOMADA POR: Fernando Emilio
Saavedra Palma.
CUENTOS, POESÍAS,
RELATOS, QUE ES PINTOR O FOTÓGRAFO…
FOTOGRAFÍA TOMADA POR: Fernando Emilio
Saavedra Palma.
CONTRAPORTADA DE
LA REVISTA PLUMA DE GANSO.
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