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LOS SONETOS DE Juan Cervera
Sanchís
COMENTARIOS DE Aguilar de la
Torre.
PUBLICADO EN EL GRAN DIARIO EXCELSIOR,
MEXICO, D.F. año 1991.
Uno
más de los libros de poesía de Juan Cervera Sanchís (el más reciente) editado
por la Universidad Autónoma del Estado de México y por el Instituto Mexiquense
de Cultura, ha llegado a mi montañera casa.
El
titulo: “Soneto”, consistente en cincuenta y un sonetos dedicado (y he aquí la
originalidad) al soneto mismo.
Líneas
hay que esplenden por su inmaculada belleza y por sus metáforas como aquel que
comienza: “Mi soneto es un pan recién salido/ del horno misterioso de la vida./es
levadura y sal, agua encendida/ con temblor del trigal amanecido”; en otro se
lee: “Un soneto de agua y como un río/ viajando hacia la mar ancha y salada. Un
soneto de lluvia trasminada/ de aromáticas gotas de rocío”; y en otro, brillantísimo:
“El delfín del soneto arde en el mar/como un yate de ósculos. Yo invento/velas,
anclas y remos en el viento/por el gracioso gusto de inventar”.
Juan
Cervera, poeta de filigranerías, excelso poeta, es un conservador de las formas
clásicas a las que domina con maestría. Es a él a quien el juicio de José
Gorostiza conviene cuando se refiere al “movimiento de reacción” hacia el “desdén
a los recursos de la prosodia” que ha ocasionado que estemos “frente a una postura
que desea, si no librarse de la musicalidad, sí apagarla, resistirse a
servirla. La poesía de los jóvenes no quiere que la música se apodere de ella y
la esclavice; huye de lo declamatorio y operativo y se refugia en una especie
de balbuceo vagamente rítmico”.
Pero
más adelante, el autor de “Muerte sin fin” (y según mi gusto el más grande
poeta, nacido en suelo mexicano y posiblemente el más grande de habla española
en este siglo: sólo por ese poema) advierte: Sabemos cuánta sinceridad y cuanta
honradez se encierra en esta actitud que nos ofrece una poesía despojada de
afeites innecesarios, pero no sólo esto, sino que apenas dotada de un hilillo
de voz. La poesía saldrá seguramente rejuvenecida de esta experiencia. Conviene
recordar, sin embargo, que nada existe semejante a una libertad irrestricta.
Todo está sujeto a medida y la libertad puede no consistir en otra cosa que en
el sentimiento de la propia posesión dentro de un orden establecido.
“LAS REGLAS DEL AJEDREZ NO OPRIMEN AL JUGDOR, LE TRAZAN UNA DE
LIBERTAD EN DONDE SU INGENIO SE PUEDE DESENVOLVER HASTA LO INFINITO”.
Esto
escribió don José y en Juan Cervera resulta una gran verdad; el ingenio de este
gran poeta, dentro de los límites del soneto, logra prístina poesía, libre,
absolutamente libre, conmovedora, como en los treinta y tres sonetos de otro de
sus libros:
“Hombre”.
La
llegada de este nuevo libro al modesto cuarto que llamo biblioteca, acá en
donde la lluvia ha dejado limpias las hojas de los encinos y los madroños, me
ha forzado (pero con gusto inaudito) a decir en un soneto también – a Juan Cervera
Sanchís, esto:
FOTOGRAFÍA DEL ALBUM DE: Juan Cervera Sanchís Jiménez y Rueda.
Inventas y reinventas, Juan Cervera,
el soneto en tu numen prodigioso.
Es ofertorio, rito religioso
que celebras a diario a tu manera.
La palabra es en ti como cantera
que a pulir acudes laborioso
y que bruñida en término armonioso
esplende con la veste dominguera.
El soneto es en ti hospitalario
de las facetas diarias de la vida:
es cuna, cuenco, arropo y aposento;
Casa, albergue, venta y glorioso
en fecunda sutil, limpia y fluida
en la que siempre fulge tu talento.
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