ILUSTRACION
ELABORADA POR: Fernando Emilio Saavedra Palma.
DEL LIBRO Pemex, pasión y destino…
TESTIMONIOS: José Margarito Gómez Torres.
Entrevista elaborada por:
Juan Cervera Sanchís.
Cuatro generaciones orgullosamente petroleras
El cirujano dentista José Margarito Gómez Torres nació el 13 de
noviembre de 1942 en Tampico, Tamaulipas. Hombre de marcada raigambre
petrolera. Legítimamente orgulloso de su estirpe. Su abuelo paterno, José R.
Gómez Reyes, originario de San Luis Potosí, de oficio carpintero, ingresó a la
compañía Huasteca Petroleum Company, en 1938 fue secretario general de la
Sección número 2. Después de la expropiación, el general Lázaro Cárdenas del
Río llamó a todos los secretarios generales del sistema petrolero para
indicarles que todos ellos, en sus propias palabras, pasaban “de soldados rasos
a generales”, o sea que seguían de secretarios generales, pero al mismo tiempo
pasaban a ser presidentes del Consejo de Administración de lo que ahora es
Petróleos Mexicanos y, por lo tanto, les tocaba el honor de recibir a la industria
nacionalizada. Es cuando deja de ser Huasteca Petroleum Company y se denomina
Refinería Mata Redonda.
En 1942, su abuelo paterno, como representante de la Sección
número2, firma el primer Contrato Colectivo de Trabajo del Sindicato de
Trabajadores Petroleros de la Republica Mexicana, siendo un precursor.
Es un orgullo para sus descendientes.
-¿Su padre también trabajó en Pemex?
-Mi
señor padre, José Margarito Gómez Ruiz, igualmente originario de San Luis Potosí,
también laboró durante 35 años para la empresa en la Refinería Mata Redonda, en
la Contaduría. Destacó en dos ocasiones como secretario general de la Sección
número 2 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la Republica Mexicana.
Pero déjeme que le cuente de mi abuela materna y de mi madre.
-Cuéntenos.
-Ella,
gran mujer, originaria de San Luis Potosí, se llamó María Torres Noriega.
Empezó a trabajar para la industria en Huasteca Petroleum Company; fue
encargada de la lavandería de Mata Redonda, Veracruz. Trabajo 40 años para la
industria y sobrevivió como jubilada 30 más. Mi madre, Élia Hernández Noriega,
trabajó 35 años en la ex refinería de Mata Redonda. Sobrevivió 15 como
jubilada. Laboró en la Contaduría. Ella era originaria de Mata Redonda.
-Advierto
que en su familia todos han sido petroleros.
-A
gran honra. Debo decirle que mi esposa, Alicia Brizuela Barrón, originaria de
Tampico, Tamaulipas, trabajó 40 años y lleva 15 como jubilada. Destacó
eficientemente en todos los puestos que ocupó durante su trayectoria laboral, que
inició en la Refinería de Mata Redonda, jubilándose en las Oficinas Centrales
de México, D.F., como empleada de confianza.
-¿Sus descendientes laboraron también en
Pemex?
-Todos
mis sobrinos, que son destacados profesionales, laboran para Pemex, así como
laboraron mis abuelos, padres, tíos, mi querida esposa, y ahora lo hacen
también, junto con mis sobrinos, mis cuñados, mis cuñadas, mis primos…Le estoy
dando testimonio de cuatro generaciones, orgullosamente petroleras de abolengo.
-¿Sus hijos?
-Únicamente
tengo una hija, Alicia. Ella nació en el D.F., es licenciada en pedagogía, está
felizmente casada con el señor Francisco Paz Bravo, y me dan la dicha de ser abuelo.
Tengo un nieto llamado David, de dos años de edad. Mi esposa, mi hija y mi
nieto son mi más grande orgullo y bendigo a Dios por la gloria de tenerlos.
-Hora es de que nos hable de usted, ¿no
le parece?
-Yo
me jubile el 26 de octubre de 1998, trabajé para la empresa durante 39 años.
Ingresé el 11 de noviembre de 1959 en la Refinería Mata Redonda, como transitorio,
sindicalizado, por la jubilación de María Torres noriega, mi abuela, con categoría
de obrero general en trabajos generales diversos, nivel 01. Fue un contrato por
30 días a prueba y, al finalizar, ocuparía el mismo puesto, pero ya de planta.
Aunque mi deseo entonces hubiera sido estudiar medicina.
De
noviembre de 1959 al 20 de abril de 1060 ocupé un puesto temporal como taquígrafo
secretario –tengo diploma de carrera comercial. Fui movilizado a la Refinería
18 de Marzo, en Azcapotzalco, D.F., como mecanógrafo. Durante el periodo de
1960 a 1982, en dicha refinería ocupé diferentes puestos. Desde siempre me
interesé en aprender para ocupar los puestos, por lo que seguía capacitándome codo
a codo para lograrlo.
-¿Qué puestos ocupó?
-Tanto
en Mata Redonda como en Azcapotzalco ocupé puestos sindicales hasta llegar al
tope del escalafón como oficial mayor. Al llegar a este puesto, ya contaba con
15 años de antigüedad, mi esposa –siempre con su gran cariño y apoyo- me dijo: “Por
qué no regresas a estudiar lo que siempre has querido ser médico?”.
-¿Atendió su sugerencia?
-Uno
debe atender siempre las sugerencias que nos hacer aquellas personas que nos
aman.
-¿Estudio medicina?
-Regresé,
después de 15 años de haber dejado la escuela, a iniciar la preparatoria. Era
yo un hombre de 33 años de edad, con una hija y con 15 empleados a mis órdenes.
Por azares del destino no me tocó estudiar propiamente la carrera de medicina,
accidentalmente llegué a odontología, carrera jamás elegida ni ejercida.
En
el penúltimo semestre de dicha carrera, el ingeniero Juan Sánchez Navarro
Suárez, ya finado, con quien trabajé durante un tiempo en la Superintendencia
de Elaboración de la Ex Refinería “18 de Marzo” (gran señor que siempre me tuvo
alta estima, además de elogiar mi trabajo y sentido de la responsabilidad, por
lo que lo recuerdo con gran respeto) me invitó a colaborar en el Centro
Administrativo de las Oficinas Centrales como empleado de confianza, con lo que
me enfrenté a otro reto. Di comienzo a un nuevo camino.
-Explíquenos?
-A
ello voy. Nuevamente se me da la oportunidad de cubrir puestos de confianza. En
este lapso conozco a la licenciada Graciela Preciado García, buena mujer de
quien aprendí mucho, que me invita a trabajar con ella y me da la oportunidad
de ocupar un puesto cuyo requerimiento es profesional y con el que mi carrera
no era compatible. Se me otorga la dispensa y empiezo a escalar otros niveles.
El
gerente de Administración Industrial, ingeniero Abelardo García Armijo, conocedor
de mi trayectoria y mi perfil, me indica que prepare un panfleto, folletón o
una guía que oriente al trabajador para que éste entere a su familia de lo que
se tiene que hacer cuando fallece un trabajador.
-Qué resultó de esto?
.Me
entregaron material informativo al respecto para que lo analizara y
comentáramos los avances sobre el mismo. Inicié una larga y ardua investigación
de aspectos civiles y legales y laborales. Gracias a Dios, como siempre, recibí
todo el apoyo de mí querida esposa y un amigo de toda la vida: el licenciado
Juan Alberto Salazar Flores, mi asesor laboral.
¿Qué efecto causó la publicación del
folleto?
-Se
publicó. El primer tiraje fue de 5000 ejemplares. Se distribuyó, pero no
cumplió en primera instancia el objetico para el que estaba destinado.
-¿Por qué?
-Porque
si bien el folleto en sí contiene recomendaciones para la realización de un
archivo familiar, guía de referencia de documentos importantes, guía sobre
acciones preventivas y normas de trato contractual posmortem, cometimos el
error de entregarlo así sin más y sin preparar a la gente para que lo
entendiera cabalmente, y pusiera en práctica una por una todas sus
instrucciones.
Su
primera edición, como le dije, no fue muy efectiva y se perdió sin dar el fruto
que esperábamos. Generalmente las personas que reciben un folleto de forma gratuita
rara vez lo leen. Algunas lo tiran y unas pocas lo guardan.
¿Qué hizo, entonces, para que lo leyeran
y pusieran en práctica sus instrucciones, que era el objetivo?
-La
sugerí al gerente que era necesario orientar a la gente dándole pláticas con el
fin de concientizarla respecto a la utilidad e importancia del contenido del
folleto para ellos y sus familias, pero con la condición de que a las pláticas
no asistieran únicamente los trabajadores, sino que fueran acompañados por sus
esposas o un hijo mayor de edad. Pensé que ese era el camino correcto para
motivar al trabajador y los suyos, se estableciera entre ellos una positiva
comunicación familiar, y le dieran la debida importancia al conocimiento de sus
derechos. La gente acudió a las pláticas. Al principio hubo cierto rechazo. No querían
saber nada de situaciones posmortem.
-¿Cómo los convenció?
-Gracias
precisamente a que involucramos a las esposas, y en algunos casos a los hijos
mayores de edad, dio el resultado deseado. Puedo decir hoy que gracias a este
folleto la mayoría de los problemas posmortem han quedado resueltos.
-Oiga, pero la gente olvida, y
rápidamente surge otra generación y suele cometer los mismos errores, ¿no cree?
-Sí,
fue por eso que cuando me iba a jubilar sugerí al subdirector preparar a las
personas encargadas de estas presentaciones, en los centros de trabajo, para
que continuaran orientando a los nuevos trabajadores tras la entrega del
folleto. Creí pues necesario capacitar a otros y heredarles mis conocimientos y
experiencia, para proseguir con aquel trabajo en que estuve durante 12 años. Y
así se hizo para bien de todos, pero no crea que fue fácil. Tuve que reclutar a
las personas que se iban a encargar del trabajo entre el personal
administrativo, que me vio con cierta desconfianza pues yo llegaba de
Prestaciones Sociales, y ellos son de Prestaciones al Personal. Sentí que
pensaban: “¿Cómo viene éste a enseñarle el Padrenuestro al cura?”
Finalmente
los convencí, pues yo llevaba los casos que se habían resuelto a favor de la
familia, fuera de norma. Se trataba únicamente de ver la casuística.
-Lo veo muy activo, ¿en qué ocupa su
tiempo?
-Actualmente
soy presidente del Consejo Directivo de la Asociación Civil de Jubilados
Petroleros de Confianza, acompañado de excelentes colaboradores, donde tengo la
oportunidad de retomar actividades de mi último puesto en Pemex. Sigo dando
conferencias con el fin de ilustrar a los empelados de Pemex respecto a cómo
deben prepararse legalmente en caso posmortem. El folleto funciona cada vez más
eficazmente. Aquí damos servicio a 600 asociados. Esto para mí es una forma
ocupacional muy positiva. Siento que sigo creciendo y sirviendo a mi familia, a
mis compañeros petroleros y a mis semejantes, y un ser humano que sirve,
bendito sea Dios, jamás está en ocio estéril.
-Gran verdad. Usted lo ha dicho.
Quiero
dar testimonio de mi reconocimiento y agradecimiento al ingeniero Emilio Meli
H. Guerra, al licenciado Marco A. Hernández Caldera, al ingeniero Armando
Canales Treviño y a todos aquellos que siempre me apoyaron, buenos amigos que
recordaré siempre
FOTOGRAFÍA
TOMADA DEL BUSCADOR DE Google.
elsenordelhospital.blogspot.com
REFINERIA DE MATA REDONDA.
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