domingo, 8 de julio de 2012

CARLOS ANCIRA Entrevista elaborada por: Juan Cervera Sanchís.


ILUSTRACIÓN ELABORADA POR: Fernando Emilio Saavedra Palma.
CARLOS ANCIRA
Entrevista elaborada por:
Juan Cervera Sanchís.


Un hombre en busca de sí mismo


Lo fundamental es que frente a Carlos Ancira uno sabe que está ante un ser humano. Llega como escondido en su cachucha. Nos pide disculpas. La lluvia lo obligó a traicionar su puntualidad. Su retraso es mínimo. Nos invita a tomar un café y me dice:
            –Yo no quería ser escritor. Pero deseaba observar la reacción del lector. Esto es imposible. Totalmente imposible y si el escritor no puede observar la reacción del lector escribir es un poco el trabajo de aquellos profetas bíblicos que clamaban en el desierto. El actor, sin embargo, sí goza de ese alto privilegio. Tal vez por eso decidí ser actor. Llevo cuarenta años actuando.
–¿Quiénes fueron tus primeros maestros de actuación?
–Recuerdo mi primera clase de actuación. Fue terrible. La maestra, que todavía vive, me corrió convencida de que yo no estaba destinado a este oficio. Me dijo: “Mira, muchachito, dedícate a otra cosa. Hay muchas otras profesiones. En esto no tienes nada que hacer. ¿Por qué no te dedicas a vender pepitas?”
–¿Y?
–Ya ves, no seguí sus sabios consejos. Aunque era muy tímido, y lo sigo siendo, no soy fácil de cambiar de opinión cuando estoy decidido a realizar algo. De manera que salí de allí firmemente convencido de que debía buscar otros maestros, y los encontré. Me encontré con don Ricardo Parada León, que me orientó positivamente. Después recibiría clases de Enrique Ruelas y Seky Sano, entre otros. Y ya ves, me he defendido como actor. Claro que si aquella maestra hubiera logrado convencerme… quizá estaría vendiendo pepitas o plásticos. Por fortuna no fue así.
–¿Y quién fue esa maestra? ¿Su nombre?
–Oh no, la señora vive todavía y no quiero herirla.
–Carlos Ancira Negrete. Ese es tu nombre completo. ¿Cuál es tu parentesco con Jorge?
–Fue mi tío. Era primo hermano de mi madre. Por cierto que cuando empezaba fui a pedirle ayuda y él me trató duro. Entonces me desconcertó, pero ahora se lo agradezco. Recuerdo que me dijo: “¿Quieres valer por ti o por las ayudas?” No me dio ninguna ayuda  y tuve que luchar por valer por mí. Fue la mejor ayuda que pudo darme. Ahora lo comprendo muy bien.
–¿Y a estas alturas, sientes saberlo todo de la actuación?


FOTOGRAFÍA TOMADA DEL BUSCADOR DE Google.
mrpoecrafthyde.wordpress.com
Sir Charles Spencer Chaplin, KBE (Londres, 16 de abril de 1889Vevey, 25 de diciembre de 1977) fue un actor cómico, compositor, productor, director y escritor británico. Adquirió popularidad gracias a su personaje Charlot en múltiples películas del período mudo.[1] A partir de entonces, es considerado un símbolo del humorismo y el cine mudo.[2] Para el final de la Primera Guerra Mundial, era uno de los hombres más reconocidos de la cinematografía mundial.
Sus padres también estuvieron relacionados al mundo del espectáculo, especialmente al género del music-hall. Chaplin debutó a la edad de cinco años, reemplazando a su madre en una actuación. Para 1912, ya había actuado con la compañía teatral de Fred Karno, con quien recorrió diversos países.
Con su personaje Charlot, debutó en 1914 en la película Ganándose el pan,[3] y durante ese año rodó 35 cortometrajes, entre ellos Todo por un paraguas, Charlot en el baile y Charlot y el fuego. Sin embargo, las películas más destacadas de Chaplin fueron La quimera del oro (1925), Luces de la ciudad (1931), Tiempos modernos (1935) y El gran dictador (1940). Sus técnicas al momento de filmar incluían slapstick, mímica y demás rutinas de comedia visual. Desde mediados de la década de 1910 dirigió la mayoría de sus películas, para 1916 también se encargó de la producción, y desde 1918 compuso la música para sus producciones. En 1919, en colaboración con Douglas Fairbanks, David Wark Griffith y Mary Pickford, fundó la United Artists.[4]
A lo largo de su vida, Chaplin recibió múltiples reconocimientos y nominaciones. Recibió el premio Oscar Honorífico en 1928 y 1972, fue candidato al premio Nobel de la Paz en 1948, fue distinguido con la Orden del Imperio Británico en 1975[5] [6] y se colocó una estrella con su nombre en el Paseo de la Fama de Hollywood en 1970. En 1952, luego de una serie de problemas políticos que lo involucraban con el comunismo y con la realización de actividades antiestadounidenses, debió exiliarse en Suiza, donde pasó el resto de su vida. Si bien la cantidad de producciones que realizaba para aquella época había disminuido, filmó Un rey en Nueva York y La condesa de Hong Kong, sus últimos trabajos más sobresalientes.[7] Falleció el Día de Navidad de 1977.[8]
Chaplin estuvo en pareja en cuatro oportunidades –con Mildred Harris, Lita Grey, Paulette Goddard y Oona O'Neill–, y se le atribuyeron noviazgos con otras ocho actrices de su época. Tres de sus hijos, Josephine, Sydney y Geraldine, también se dedicaron al espectáculo.

–Decía Charles Chaplin: “El actor nunca acaba de aprender”. Jamás sabemos “todo” de nada. Nuestras criaturas relativas están muy lejos del absoluto. Siento que hay una escalera que construir cada día y cada día siento más y más la responsabilidad como actor y como hombre.
Carlos Ancira se lleva sus manos a los labios. Cruza sus piernas. Se mueve inquieto. Vivo. Vivo. Es un ser humano que está vivo. Y la vida se manifiesta en él imperiosamente.
–¿Cuáles son los peligros de la actuación?
–Todos. Mira, es un peligro aceptar un papel de un personaje parecido a uno que ya hayamos hecho. La gente dirá: se repite. Es peligro también aceptar un papel que se parezca a uno mismo o un papel muy distinto a uno. Yo trabajo a nivel glandular. No soy, como actor, cerebral sino estomacal. No soy técnico. Soy un mal actor. Yo no actúo, yo vivo los personajes que interpreto. Soy Leo, nací el 20 de agosto de 1929. Los Leo somos así. Pero hablamos de los peligros de la actuación. Bueno, yo detesto más que a nadie a Felipe 11 y a Hitler, sin embargo, he tenido que desdoblarme por completo e interpretarlos con la mayor fidelidad, eso tiene sus peligros. Pero el actor debe asumir todos los peligros.
–¿Actúa fuera de la escena o al margen de las cámaras?
–Jamás. No sé mentir. No sé actuar y para mentir o actuar uno debe estudiar mucho. Fuera de mi trabajo no soy más que yo. Este que tienes ante tus ojos y que es harto insignificante, pues no es más que Carlos Ancira, un hombre.
–¿Qué son las telenovelas para Carlos Ancira?
–Las telenovelas son folletines electrónicos. En la época de nuestros abuelos se vendían por entregas. Ahora se trasmiten por televisión. El folletín es un género muy respetable. No olvidemos que Los miserables de [Víctor Hugo], pertenecen al género y así gran parte de la gran novelística del siglo X1X. Lo que importa en resumen de cuentas es que estén bien hechas. El género en sí, me gusta mucho.
–¿Y qué nos puedes decir de “Vivir un poco” en proceso de grabación?
–La verdad… nada más he ido a un llamado. Aún no he tenido tiempo de saborear esta nueva telenovela. Hago el papel de un viejo avaro, perverso, maldito. Valentín Pinstein* me llamó y me dijo: “Oye, tengo un papel a tu medida”. Me interesó. Y creo que lo voy a disfrutar. Pero tengo entendido que van grabados seis episodios y yo no aparezco hasta el veinte o por ahí. Confió que va a ser una magnífica telenovela. Pero vivir para ver… como siempre.
–¿Y qué pasa con el cine?
–Llevo veintidós años sin hacer cine. La verdad, la verdad -repite- es porque no me han llamado y si me han llamado alguna vez ha sido para ofrecerme papeles de escaso interés para mí. Recuerdo mis días de muchacho cuando yo soñaba, viendo las películas de Pardavé  y don Fernando Soler, en que cuando fuera actor, sería como ellos y haría cine como el que ellos hicieron. No ha sido así. Hoy el cine lo hacen modelos más que actores. ¡Qué decepción!
–¿Y el teatro?
–El teatro… cuarenta años de mi vida y lo que me resta.
–¿Y cómo ves el teatro en México?
–Veo que faltan teatros. Es terrible tener que hacer cola para poder poner una obra. Hay tan pocos teatros que uno tiene que esperar de nueve meses a un año para obtener uno donde trabajar. Eso es catastrófico, en especial para un hombre de mi edad. ¿Se imagina perder un año esperando un local? Debería haber más, muchos más teatros, pues cada teatro nuevo que se abre es una opción de trabajo. La verdad, creo que hay muy pocos.
–Cambiando de tema, ¿tu mayor placer?
–Va a sonar a pornográfico, pero mi mayor placer es mi mujer, quiero decir el amor que es mi mujer…y la música, soy un fanático de la música. No podría vivir tampoco sin la música, ¿Qué sería de mi vida y de este mundo sin Beethoven? La música es uno de mis grandes placeres.
–¿Y qué es lo que más te aflige?
Carlos Ancira enmudece. Se lleva la mano a los ojos. Estos se le van humedeciendo. Luego ruedan gruesas lágrimas por sus mejillas. Su voz quebrada apenas si balbucea:              
–Hace dos meses murió mi madre y… aún… no hallo consuelo.
Nuestra entrevista quedó interrumpida. No sé qué decir. No sé qué preguntar. Pero él, tras la pausa, nos dice:
–Tenía 82 años. Era una linda viejecita. Mi madre. No, no, acepto la muerte.
–¿La de los demás, la de los seres queridos, la tuya?
–La muerte, por mi parte no quisiera morirme –nos dice con voz rota- sin antes no haberse sacado todo lo que tenga dentro.
–No quiero morirme con las bolsas llenas. Hay que donarlo todo antes de morirse. Recordamos lo que decía el poeta persa: “No nos llevaremos al morir sino aquello que hayamos dado”. Dar, dar, sí. Tengo en marcha un libro-testimonio -sobre el actor en México y quiero dar clases. Trasmitir a las nuevas generaciones lo poco que yo he aprendido. Dar, darlo todo y morir en plenitud. No estar muerto jamás en vida. No arrastrar una agonía estéril.
Silencio. Suenan las cucharillas del café. Afuera llueve. Las gotas de la lluvia golpean los cristales. Huele a ozono.
 –¿Tu mayor virtud?
–Amar.
–¿Tu mayor vicio?
–Hablar demasiado.
–¿Tu mayor preocupación?
–Lo que acabo de decirle, es decir: llegar vivo al momento de mi muerte.
–¿Tu mejor recuerdo?
–Mi encuentro con Karina Duprez y mi vida con Karina Duprez, mi esposa.
–¿En qué cree realmente Carlos Ancira?
–Creo en Karina.
–¿Podrías definir qué es un actor?
–¡Ay, quién sabe! No, no sé. Hay muchas clases de actores. Yo no poseo la verdad universal. Sí recuerdo a un antropófago que aseguraba: “En este país sólo yo soy un actor natural. Los demás son burros”. “Yo, por mi parte no sé quién soy, ¿cómo entonces podré saber lo que es un actor?”

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CARLOS ANCIRA…

–¿Qué es la locura para Carlos Ancira aparte del Diario de un loco?
–La locura, para mí, es una de las más altas cualidades del ser humano, si entendemos por locura el salir de una realidad que entorpece nuestras realizaciones a nivel social y personal, a nivel de sueño y fantasía. No olvidemos la híper lúcida locura del Quijote.
–¿Cómo logras el desdoblamiento de tu personalidad para meterte en tus personajes?
–Creo que el hombre es la recopilación de todas sus informaciones. Si yo soy como soy, es porque tengo X información que me obliga a comportarme de la manera A. Para lograr desdoblarse, como tú dices, hago un gran trabajo de escritorio. Me informo lo más que puedo respecto a mi personaje y así trato de sacar todo lo relacionado con su carácter. Es como una gestación y un parto. El personaje debe vivir por si mismo. Ser el mismo. Y uno debe olvidarse de uno para que el otro sea. Pues sí es un desdoblamiento.
–¿Cómo te sientes con Pelearon diez rounds, de Vicente Leñero?
–Me divierte muchísimo. El teatro es un juego. La palabra teatro significa en griego “mirar” y las primeras representaciones teatrales comenzaron como festividades en honor de Dionisios. El teatro es una diversión, lo que me parece muy bien, aunque sea siempre mucho más, pues también es el espejo donde el hombre se refleja con toda su alma. Con Pelearon diez rounds, nos están tratando muy bien y eso es muy agradable.
–¿Podrías vivir sin actuar?
–Por supuesto. No podría vivir sin Karina. Sin actuar sí, pues escribiría, dirigiría, daría clases…
–¿Te atrae alguna época de la historia en especial?
–No. Soy un hombre de mi época. La historia yo no sé qué tan verídica sea y el futuro no sé sí exista. Me gusta vivir mi vida segundo a segundo. Es lo que importa: estar aquí y ahora. Yo soy un apasionado. Como ves estoy apasionado con esta entrevista, pues estoy aquí y ahora contigo. Luego me apasionaré con la función. Y así este respire y aliente. Soy Leo.
–¿Qué es el público para el actor, para un actor como Carlos Ancira?
–Yo soy un trabajador social, no soy una vedette. Al ser un trabajador social, el público es el que recibe mis influencias. Se nutre con mi adrenalina. A su vez esa adrenalina me es devuelta. Es el contrario en el juego de ping pong y la adrenalina es la pelotita. No sé si me explico.
–Te explicas y muy bien. ¿El odio en tu vida?
–Qué pérdida de tiempo. Sí, el odio es una pérdida de tiempo, lo cual no quiere decir que a veces me encante perder el tiempo.
–¿Qué piensas de la fealdad física?
–Que no existe. La fealdad es el reflejo de lo que se lleva dentro. Cuasimodo era bellísimo. ¿Cierto?
–Cierto.
–Bien. Pienso que la fealdad física es el reflejo de un feo interior.
–¿Y de la belleza física?
–Es algo muy atractivo, pero como todo en la vida está sujeto a la destrucción, la belleza externa no será nada sin la belleza interna. Es lo mismo que sucede con la fealdad física.
–¿Qué piensas de la amistad?
–Quisiera creer en ella. Desgraciadamente… Hoy nos tenemos que refugiar muchos en la soledad. Y se acostumbra uno. 
                
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Carlos Ancira Negrete nació el 20 de agosto de 1929 en México, D.F. Primo de Jorge Negrete.[1] Estudió actuación en el Instituto Nacional de Bellas Artes y en el I.C.T. de la A.N.D.A. Fue discípulo de Ricardo Parada de León, Earl Sennet, Enrique Ruelas, Seki Sano y Clementina Otero. Debutó como actor en el teatro en la obra "Como la primavera" (1948). Al año siguiente debutó en el cine en la película "Lluvia roja" (1949). También trabajó en la televisión. Fue escritor, director y maestro de actuación. Trabajó en 300 obras de teatro, 50 películas, 2,000 programas de televisión y 9 telenovelas. Se casó por primera vez con Thelma Berny Castilla, escritora yucateca, con quien procreó dos hijas, Selma y la actriz Patricia Ancira. Se casó por segunda vez con la actriz Karina Duprez, hija de la actriz Magda Guzmán. Falleció el 10 de octubre de 1987 en México, D.F. a los 58 años de edad.



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